Por Supermierda.
Dentro de mi limitada experiencia, creo que uno construye su propia vida a partir de una acumulación de decisiones equivocadas y genuinos descalabros. Sin duda, uno de mis mayores errores, uno de los que más lamento últimamente por lo menos, fue no acercarme alguna noche, alguna anterior a la del 7 de marzo, al café Gijón a escuchar a Pedro (Perico) Beltrán.
Beltrán ha sido el último bohemio, sí, pero además fue un hombre descomunal: cantante, bailarín, dramaturgo, poeta, actor (en películas de Luis García Berlanga, Fernando Fernán–Gómez, Óscar Ladoire, Fernando Colomo...), guionista (acaso el más importante que ha dado el cine español, con permiso de su amigo Rafael Azcona)... También torero por afición, lo que le llevaría a escribir películas como La Corrida (Pedro Lazaga, 1965), El Momento de la Verdad (Il Momento della Verità, Francesco Rosi, 1965) y, sobre todo, El Monosabio (1977), todo un "perro verde" de nuestro cine parido al alimón con José Luis Borau (el norteamericano Ray Rivas sólo pasaba por ahí, y a punto estuvo de precipitarla por los abismos del sonrojo castizo).
Su profundo conocimiento de la españolísima tradición de la astracanada, el sainete y, especialmente, la zarzuela y el esperpento se dejó notar en sus mejores guiones, escritos en su práctica totalidad para F.F. Gómez (con la excepción de ¿Quién Soy Yo?, de Ramón Fernández, 1970): la tan desprejuiciada como alucinante ¡Bruja, más que Bruja! (1977), la magnífica Mambrú se Fue a la Guerra (1986), la imprescindible serie de TVE El Pícaro (1974)... Beltrán pervirtió sus módulos sirviéndose de un humor negrísimo y feroz, con resultados de lo más curiosos (entre paródicos y mórbidos, sarcásticos y desesperanzados..., genuinamente esperpénticos), hasta el punto de que hoy esa obra maestra absoluta que es El Extraño Viaje (F.F. Gómez, 1964) parece, en su condición de "arriesgado híbrido de géneros tan dispares como la comedia costumbrista, el thriller, el drama y el terror, un pastiche post–moderno de un director crecido en la era de la televisión y el vídeo" (1). El propio Fernán-Gómez comentaba al respecto: "El sacrificio del guionista de cine, desde su indeseada modestia, consiste en entregar lo mejor de sí mismo al director (...) Yo he tenido la suerte y la picardía de que el bohemio Beltrán haya aromado con sus esencias mis artesanos trabajos en El Extraño Viaje, ¡Bruja, más que Bruja! y Mambrú se Fue a la Guerra, películas de las que muchos ignoran incluso el título, pero ante las que se han quitado el sombrero o la gorra o la boina los cabales; aunque me está mal el decirlo. Y se quitaban dichas prendas por él, por Pedro".
Del cine español actual, y dado lo existencialmente duro de sus últimos tiempos (conviene no olvidar que su último crédito como guionista, Mambrú..., data de ¡1986!), tenía una opinión muy crítica: "Han echado al público. Dicen que es que son jóvenes, que están empezando. Pues mire usted: Berlanga lo primero que hizo solo fue Bienvenido, Mr. Marshall; Azcona y Ferreri, El Cochecito; Summers, Del Rosa al Amarillo... Las películas de ahora parecen documentales de polvos: 'Vean cómo folla este señor de Albacete'. Como cine científico está bien, pero... Sólo les falta operarse de fimosis delante de la cámara". Pedro Beltrán era un talento nato y nuestro cine no es que ande precisamente sobrado de ellos, ¿por qué despreciarlo (como a Manolo Marinero, Antonio Drove, Francisco Regueiro y otros)?
Fallecido en una pensión madrileña el pasado mes de marzo, Beltrán hizo de su vida un poema (2); uno inspirado y, por supuesto, festivo, impregnado de lucidez y talento, de bohemia y soledad: "Me he pasado media vida en los bares. El hogar de los solitarios son los bares. Yo formo parte del mobiliario del Café Gijón, era mediopensionista: sólo salía para dormir. Muchas noches no tenía dónde dormir, y cuando los amigos se iban a casa creía que estaba encerrado en las calles, que ellos salían al entrar en casa y que yo no podía salir. En cierto modo, Fernán-Gómez tiene razón en lo de mi bohemia equivocada. En esta época es un suicidio, como ir en diligencia por una autopista".
(1) Pozo, Óscar del, "El Extraño Viaje", Rockdelux, especial 223, pp. 91.
(2) Los suyos, los recitaba "de memoria, y no quería escribirlos en papel por una especie de humildísimo pudor" -Coll, David, "Al poeta bohemio Pedro Beltrán (in memoriam)", en Jirones de Azul.com-. A pesar de lo cual, podemos disfrutar de Burro de noria (Martínez Roca), un extraordinario libro-disco en el que actores como F.F. Gómez, Elena Anaya, Agustín González o Juan Echanove ponen voz a poemas de Beltrán, y La balada de Gumersindo (Escuela de Arte de Dramático de Murcia).
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