lunes, 8 de octubre de 2007

Música para enfermos

Estaba el puto Johann. ¿Qué coño queréis que piense de un concierto en el que está el puto vendido a la MTV, vendido a Cuatro, vendido a todo aquel que le pague del puto Johann? Pienso en cosas como moderneo, frivolidad, revistas de tendencias, microespacios patrocinados por movistar, excepciones de mi desprecio por el Kukluxklan… Sin embargo, recuerdo que le vi en Antony and the Johnsons. También le vi en Devendra... Es casi inevitable que esté. Siempre está, de hecho, pero no siempre le vemos. ¿Es relevante? Lo es. Es el puto Johann. Yo no quiero ir a conciertos en los que esté el puto Johann. Deberían devolvernos el dinero en estos casos. Debería estar previsto.

El patio de la Casa Encendida lleno de gente. Sobre el escenario, un japonés que lleva 30 años experimentando con ruido cierra la séptima edición del festival Experimentaclub, detrás de dos portátiles con pegatinas provegetarianas y ecologistas que nos recuerdan eso de que la carne es asesinato y de que llevar pieles no mola. ¿Es irónico? No lo sé. No lo podré saber jamás, me temo.

Entrar en la Casa Encendida hoy era como meterse debajo de una cascada. Ruido. Ruido marrón, en concreto. Muy al contrario de lo que uno espera ver bajo una cascada (no sé, no pido un túnel secreto que dé a un valle prehistórico habitado por simpáticos dinosaurios y amorosas amazonas, pero ponte unos estanques, unas carpas...) por algún motivo lo que aquí había era gente mirando a la tarima sin saber en absoluto qué hacer. Alguno movía tímidamente la cabeza, otro se creía en pleno concierto heavy y no paraba de tocar su inexistente guitarra y, los más, mirábamos más o menos estáticos a don Masami Akita, alias Merzbow.

Ahora lo sé. En una sesión de Merzbow, lo mejor que uno puede hacer es irse. Uno puede, y muchas veces debe, marcharse de los sitios en los que está. Ésta es una de mis pocas certezas, aprendida no sé si de Lester Bangs o de Nick Hornby, o tal vez de Everett True, da igual, así que, en consecuencia, cogí a mi novia y me largué. (Para ser exactos, intercambiamos impresiones durante un buen rato sobre lo que estábamos viendo y escuchando y decidimos a coro marcharnos a cenar. De no haber sido por Clara, probablemente hubiera sido tan idiota como para quedarme).

¿Hay algo que se me escapa de la sesión de hoy? Sinopsis: Un tío que lleva décadas experimentando con ruido lo hace bastante monótonamente y a volumen brutal frente a unos centenares de españoles que se mueven como los alfileres de una colección de insectos. ¿Quiero ser uno de ellos? No señor. Ver a Merzbow en directo ―permanecer más de la cuenta, quiero decir― es un ejercicio de masoquismo puro y duro. Es, mucho más que cualquier otro espectáculo que se os ocurra citar, el paradigma de la decadencia de occidente. De oriente también, joder. De la decadencia a secas. ¿Qué hace la gente mirando a Masami Akita durante, no sé, una hora, sólo por el hecho de que él está sobre una tarima y ellos no? Están mirando un nombre del que han leído algo en la Wire y en la Rockdelux. Tal vez lo hagan de rebote, por haber colaborado con Patton, con Jim O’Rourke, con Pan Sonic… Debe de vivir de ello, piensan. Y le admiran, ellos que han tenido que venderse a la publicidad, ellos que ni se acuerdan de la última vez que se sintieron vivos ―probablemente la ocasión tenía que ver con alguna droga originalmente pensada para animales―. Ellos que no son capaces de sentir nada que no esté mediado. Y digo ellos porque yo ya no estaba allí. “¿Qué hago? ¿Es lícito llevar el ritmo con la cabeza en estas circunstancias?¿Mola poner cara seria mientras me atuso el bigote ―porque sé que mola llevar bigote, porque los de Mouse on Mars lo llevaban en una fotos de promo muy chulas. Como molan Mouse on Mars. Yo los ví. Como molo yo. Aunque el jueves en directo se lo habían afeitado. Igual ya no mola mi bigote. ¿Me lo afeito? ¡Es tan difícil significar que soy moderno!―?” ¡A VER DEGENERADOS!: ¡VOLVED A VUESTRAS CASAS, BUSCAD ESE CONSUELO QUE VUESTRA VIDA PIDE A GRITOS EN OTRAS HISTORIAS! ¡AQUÍ OS ESTÁN SECANDO LAS LÁGRIMAS CON ALAMBRE DE ESPINO!, les habría dicho de haber seguido allí. Pero habría sido inútil. No, no eran ojeras lo que tenían bajo sus ojos. Eran círculos mongoloides.

La música de Merbow es para gente que pueda permitírselo. Sólo puede darse en momentos de sobreabundancia material y casi absoluta seguridad ciudadana como los que se viven en Japón. Y con ellos no sólo compartimos la región 2 del dvd: Aquí estamos bastante preparados para su música. Somos ricos y nos sabemos todos los trucos de la industria del ocio. No hay duda: Merzbow duele. Pero es un sucedáneo. Clávate algo. Date un paseo nocturno por Pitis. Vete a Darfur. ¿Quieres dolor, por algún motivo? Pues atrévete, cobarde. Además, a partir de los diez minutos, Merbow suena aburrido y monótono. Soy consciente de que es una creación bastante sutil la suya, dentro de la barbaridad aparente. Como le ocurre a algunos discos de Steve Reich, los cambios son muy imperceptibles. Su obra exige grandísimas dosis de concentración para tratar de captar los cambios en las texturas, las ligeras variaciones rítmicas, para bucear en las espirales de sonido. ¿Pero qué sentido tiene si todos tus esfuerzos sólo logran que te duela aún más la cabeza? Yo únicamente había escuchado su disco 1930. Y me resultaba interesante. Su tema Cannibalism of machines (que creo es también del 1930) me ha servido para tímidos actos de terrorismo musical en más de una ocasión. Pero si en disco su interés es relativo (en exposiciones de cinco o diez minutos, entre amigos, dando rienda suelta a ese gusto por lo escandaloso tan adolescente, como quien ve un clip zoofílico por primera vez) he de decir que en directo, a día de hoy, yo no se lo encuentro por ningún lado. A mí me gusta cierto ruido. Una de mis canciones preferidas de Nirvana fue siempre la maniaca Endless Nameless. Me apasiona Sonic Youth, por ejemplo. Evidentemente, poco que ver los unos con el otro. Lo que me cansa de la música de Merzbow es lo que hay antes y lo que hay después del ruido: más y más ruido. Como en una de esas pelis porno gonzo contemporáneas en las que de principio a fin se ven penetraciones, frente a una de las primeras de Tracy Lords, en la que primero se ve a la chica paseando por un parque, luego en su habitación charlando con su amiga Peggy Sue y luego gloriosamente penetrada por su amigo Scooter: el exceso puede convertir algo que en otra dosis podía ser maravilloso en algo aburridísimo. Ya lo decía Paracelso. Y os ha pasado a todos con los porros, joder.

"Es lo menos comercial que he oído", me dice un imbécil imaginario. ¿Seguimos valorando eso en sí?, me pregunto yo. “Eso es arte, porque emociona, porque es intensísimo”, me diría algún otro tonto inventado. Claro, y coger un martillo y troncharle las rodillas aleatoriamente a niños también. Implica emociones fuertes, sin duda. Pero, como en el caso de Merzbow, implica también que si disfrutas con ello hay algún tipo de patología gritando por ser descubierta. Como con el clip zoofílico: ¿30 segundos? Tal vez. ¿La cinta entera? Estás enfermo.

Tengo miedo de volverme un neoconservador con sólo 25 años pero he de decir que Merzbow me ha hecho sentir clarísimamente que vivo en un mundo muy degenerado. “¡Eso es!”, diría otro idiota de esos que me invento, éste tal vez más lúcido. Pues, en todo caso, no son formas.

Por JJ Perfecto Idiota

6 comentarios:

Clara dijo...

Es curioso, yo ni siquiera fui capaz de enfadarme. No fue una de esas veces en las que te sientes estafada y quieres gritarle a todo el mundo (aunque en realidad, por una parábola absurda, te estás gritando a ti misma) que no son más que una panda de gilipollas. Lo mío era un caso agudo de estupefacción. Miraba al japonés en su microburbuja, con ese aire de haber sido momificado tiempo atrás. Miraba a la gente que no sólo era capaz de permanecer impertérrita, sino que incluso se aventuraba a poner cara de satisfacción. Miraba por cojones a la moderna, que no hacía otra cosa que meterme su larga melena estudiada en la boca. Miraba por defenderme, tratando de averiguar si había alguna clase de malformación congénita en esa panda de zombies. Pero no. Para mi sorpresa, no había nada en ellos que me hiciera pensar que pertenencían a alguna clase de secta satánica prohibida en medio mundo por su interés en hacer saltar vísceras a dentelladas. Que por otro lado, le hubiera dado algo de emoción. Miraba, tapándome los oídos, consciente de ser censurada por tan vil acto, calibrando cuántos minutos harían falta para salir en estampida de allí. Puedo entender que a un tipo le dé por experimentar en su casa, puedo entender a duras penas, que lleve consagrándose al ruido más burdo más de veinte años. Pero no puedo entender, que haya gente esperando asistir al acontecimiento asiático (iba a decir chino, más que nada por joder, pero me ha entrado un ataque de escrúpulo burgués)del año. Después, en un acto de conceptualización absurdo, traté de ver si había algo que se me escapaba. No sé, algo tipo, es una metáfora del ruido de nuestra sociedad, que nos devora siempre hacia el exterior. Pero bien pensado, resultaría aún más idiota.

La sensación fue la misma que me ocurre, cada vez que veo a alguien pagando 30 euros por una camisa de segunda mano, que robaron hace diez en algún carrefour. Así que, como diría la grandísima Mercedes Milá, todo un experimento sociológico.

Anónimo dijo...

Sólo conozco dos personas que estuvieran en ese concierto, y las dos me han hablado verdaderas maravillas! :) Uno iba convencido de que iba a salirse (y viajó algunos cientos de kilómetros para estar allí), el otro fue con ciertas reservas. Y, sin embargo, los dos me han dicho que el concierto fue una pasada. ¿No habéis pensado que igual, simplemente, no tenéis la "sensibilidad ruidista" (por llamarlo de algún modo) suficiente para entender a Merzbow?

Yo vi una vez un concierto de Pan Sonic del que la gente huía despavorida y a mí me alucinó (la sensación de que te va a explotar un tímpano o de que vas a vomitar por los graves en el estómago no se puede comparar con nada). Y creo que a mucha gente le pasó eso también en Mouthus el pasado Tanned Tin (salvando las distancias, no fue tan duro). Esto no es música de estrofa + estrofa + estribillo y vuelta a empezar, así que entrar en el mundo de Merzbow (como en el de Pan Sonic, como en el de según qué Mouthus, como en el de Tarentel, como en el de tantos otros...) es mucho más complejo, pero muy satisfactorio cuando se consigue.

No puedo hablar del concierto, porque (mierda!) no estuve allí, y estoy segura de que habría un montón de modernos y figurantes, pero hablar de "zoofilia", "zombies", "degenerados", "mongoles"... Fliparé con su permiso.

[Anda que no estarás contento con que alguien te entre al trapo ;) ]

Dices que "el exceso puede convertir algo que en otra dosis podía ser maravilloso en algo aburridísimo". Pero a veces es el exceso la esencia misma de las cosas.

Y desde luego que el "noise" tiene algo de masoquismo. Pero anda que no mola apretarse las moraduras.

JJ Perfecto Idiota dijo...

Carla: masoca.

Anónimo dijo...

No veo por qué para hacer la crónica de un directo hay que insultar a la gente. Rigor y pluralidad, chaval.

JJ Perfecto Idiota dijo...

Evidentemente, no sé si eres tú, pero te trataré como si así fuera. Me hace ilusión que nos escribas, la verdad.

Era absolutamente necesario empezar el texto como lo hice. Si escribo la crónica de un concierto en el que te he visto, tengo que contarlo. Tu presencia lo cambia todo. Es como si uno va al cine y en la sala está Quentin Tarantino. Su aura lo envuelve todo. Uno se plantea cosas. Pues contigo pasa lo mismo, pero a otro nivel. Te explico:

Para empezar, si estás ahí, sospecho. De golpe pienso que lo que voy a ver no es más que farfolla a la moda, un complemento más para nutrir a la insaciable pose: El sitio en el que hay que estar, en el que hay que ser visto, lo más de los más... Resumiendo, todo de lo que huyo.

Te veo y me acuerdo de cómo te ganas la vida. Bill Hicks, siendo muy gráfico, diría que estás chupando la polla de satán, y tú sabes tan bien como el tío Bill que es cierto hasta la asfixia. Porque eres un vendido, y lo sabes. Hola Johann, soy tu paranoia: Todos lo sabemos: Eres un puto vendido. Parece darte igual. ¿Y quién no se vende?, te preguntas. Yo, por ejemplo. Y tantos otros, no creas. Guárdate esa mierda cínica para tus conversaciones de after con los colegas de la tele.

Esto es un recordatorio de que tu fama no sólo te va a servir para que la gente quiera inmediatamente acostarse contigo. El reverso de ser quien eres es que hay muchos otros que, sin mediar palabra, te detestamos. ¿Por qué? Porque eres la cara visible del entretenimiento más vergonzoso, de la charanga y pandereta posmoderna, de la puta mierda fashion del hago-lo-que-quiero-con-mi-pelo-original-never-fits del demonio. ¿Qué cojones haces tú, si tienes menos sensibilidad que una piedra y menos profundidad que un charco, hablando de cultura juvenil en la jodida televisión? Eres una imagen. Eres la marioneta a la que le hacen decir qué mola y qué no. Qué debemos consumir. Cómo programar nuestro ocio. Cómo actuar para, al vernos a nosotros mismos desde fuera, mediados, poder sentirnos bien, en la jodida onda, en un videoclip permanente.

Verte pasar y escupirte debería ser de buena educación.

Como ves no me caes muy bien. Y no hago más que encontrarme contigo. El otro día te vi en los Black Lips. Poco antes, en Glenn Jones, en la Casa de los Jacintos. ¡Eres una plaga bíblica! ¡Eres las langostas de Egipto del underground!

Dejo abierta la posibilidad, no sé por qué, de que no seas tan mal tipo y simplemente lleves unos cuantos años tonto de la cabeza y sin saber muy bien lo que haces. El dinero es muy goloso, lo sé. Mira si no a Blanca Portillo vendiendo Carrefour. En todo caso, confío en que aún quede algo de materia gris bajo ese pelo afro de pantera negra domesticada. De ser así, por favor Johann, reflexiona.

Deja de ser tan imbécil.

walter loeff dijo...

¿Tonto de la cabeza?
¿De dónde procede tanta ira, jj?

Y con respecto a lo de ser un vendido... Nunca digas de este agua no beberé...