miércoles, 21 de noviembre de 2007

Más cerca de Dios

Continúan los diarios de rodaje de Ion de la Merde.

20-11-07

Re-enciendo la colilla que hace apenas diez minutos acabo de apagar. Ya no me quedan pitis. Soy fumador de un paquete al día (diecisiete cigarrillos en Deustchland). El sistema y mis adicciones me tienen atrapado en este momento. Tengo un trabajo en el que me pagan cincuenta y cinco euros la jornada de ocho horas, más propinas, unos seis o siete euros. Lo que hacen un total de sesenta y dos euros. Cobro al día, es decir, termina jornada y me dan mis sesenta y dos euros en la mano. De esos sesenta y dos euros, con lo que me quema siempre el dinero, cada día, meto cuatro en la máquina de tabaco de mi propio trabajo, y una vez a la semana compro treinta euros de porros a un pizzero. Lo que supone un total de doscientoscuarenta euros al mes en intoxicarme. En excitarme y en relajarme. Fatal.

Hasta aquí son sólo mis adicciones las que me tienen atrapado pero he citado al sistema precisamente por qué es el que se encarga de que lo tenga todo muy a mano. No hablo de mi trabajo ni de mi jefe, nadie me tiene que convencer para que fume. Sin embargo considero el tabaquismo como una enfermedad social de la clase obrera, o sea, yo. Pero sin hablar de esto a nivel personal creo que está claro que de esos cuatro euros al día de tabaco, el estado se queda con tres como poco, porque producir un paquete de tabaco, publicitarlo y distribuirlo no cuesta más de un euro por cajetilla ni de coña. Entonces, son más de noventa euros de impuestos extra que pago al mes por ser fumador. Es una pasta: mil ochenta euros al año que dejan claro que al estado le interesa que fume. Debería dejarlo. O crear una empresa de cigarrillos.

Sin embargo, he decidido dedicarme al cine, y también en esta industria el sistema es tirano y deshumanizado. Pongamos que hago una película. Finalmente, consigo rodarla, montarla y sonorizarla de una forma independiente, pues bien, podría ser mejor o peor, podría haberme proporcionado un mayor o menor grado de satisfacción personal, pero habré conseguido hacer una película autosuficiente, lo cual no es tan difícil teniendo en cuenta que puedes tener una cámara de video desde 100 euros y lo demás es todo inventiva y voluntad.

La trampa está en la distribución, en que una vez tu película está lista debes hacer copias de exhibición y exhibirla. Las distribuidoras y las salas quieren su parte del pastel y han de ver la posibilidad de hacer negocio con tu arte, ellos tienen la sartén por el mango, pueden hacer que tu película se vea en todas las salas comerciales o mal estrenarla en un cine una semana y dejarla morir olvidada. Eso, si se estrena.

Pero ahora el autor independiente tiene una nueva arma contra el sistema: es internet, como no. Hasta ahora nos han vendido que el cine ha de ser visto en su sagrado templo de culto, en su sagrado templo de exhibición, las salas. Después se degrada al dvd para su disfrute doméstico. También puedes bajarte de internet una copia pixelada y con las sombras y toses de aquellas personas que un día la disfrutaron en el cine.

No siempre es así, hay también trabajadores de las productoras, postproductoras o distribuidoras que o bien por propia voluntad o bien por dinero consiguen colgar una copia antes de tiempo. Esto suele ser una catástrofe para los creadores industriales y para los consumidores de cine más puristas. Pero hacen las delicias de aquellos que gustan de disfrutar de los films antes de tiempo o de aquellos a quienes nos gusta ver películas que nunca se estrenarán en nuestro país ni en salas ni en dvd. Luego tal vez venga el “yo ya la he visto, pero ahora quiero verla en el cine”.

Esta es nuestra baza. Solo hay que reinterpretar el orden de los acontecimientos, se le puede dar fácilmente la vuelta a la tortilla, haciendo que ese usuario que baja películas, vea la tuya, la descargue gratis y haga tantas copias pirata como quiera y las distribuya entre sus amigos y familiares, las exhiba en autobuses, bares y todo ese tipo de lugares públicos donde normalmente está prohibido hacerlo sin haber pagado los derechos de exhibición. Eso dice siempre al principio de los dvds, que además advierten de que cometer alguno de esos delitos daña al autor y no sé qué mierdas, cuando a quien realmente daña es al propio sistema y aquellos que se enriquecen a costa del trabajo y del talento de los demás.

A donde quiero llegar es a que existen sistemas de distribución alternativos, directos, de creador a consumidor y que pueden reinventar no solo la industria del cine sino el propio cine. Pongamos que hago la película o que cualquier persona capaz y sin pudor alguno la hace, sin más medios que su cámara doméstica. La película no es la hostia pero que no está mal y la quiere estrenar. Piensa que sus vacaciones en cualquier isla griega o el pedazo de festival que se pego este verano merecen la pena a full sin cortar ni un fotograma, por qué no. Pues bien, según el sistema de distribución en el que vengo pensando sería posible ver esa película o ese video doméstico o llámalo x, en una sala de cine, todo dependería de la fidelidad de su público.

Me explico. Una vez la obra existe, una vez tú película ES, puedes crear un dominio, una página web desde la que puedan descargarla completa, con la mejor calidad posible y con los subtítulos en el idioma que se quiera, y es el usuario quien decide cuanto quiere pagar por tenerla, desde cero a infinito. Hasta aquí todo normal, incluso Radiohead lo han hecho con su último álbum queriendo reinterpretar la industria musical. No sé cuan positiva les habrá resultado la experiencia pero en el caso del cine realmente independiente puede ser mucho más gratificante ya que no solo puedes descargar la película de internet sino que además tú decides si te gustaría gozar de ella en el cine. Si cada euro que cada usuario paga por descargar tu película de internet se destina a sabiendas del propio usuario a las copias de distribución en cine, se puede crear una corriente en la que el usuario paga su entrada por adelantado, descarga tu peli, paga el precio que le venga en gana y recibe además de la descarga de la película una clave en su correo electrónico que es canjeable por una entrada gratuita de cine, incluso si no ha pagado nada. Eso es la hostia. Porque el propio consumidor sabe que si no paga será del todo inviable ver la película en el cine y que si paga, por poco sea podrá disfrutarla gratis en las salas. No es difícil de entender, es el proceso actual a la inversa. Tu película se estrena en internet sin alfombras rojas ni glamour barriobajero. El consumidor decide si quiere verla en el cine y actúa en consecuencia.

Las salas no viven de los seis o siete euros de la entrada sino de las palomitas y la Coca-cola grandes y gracias a las donaciones recibidas por internet tendrán una estimación muy aproximada del público potencial de tu film con lo que este no deberá estar ni un solo minuto más del estrictamente dictado por tus descargas ocupando su programación, salvo sorpresa claro. Con lo que la o las copias de tu película estarán en las salas solo el tiempo necesario para que tu público las disfrute. Dependiendo del número de descargas de tu obra, de las donaciones y de donde procedan éstas, la o las copias estarán más tiempo en una ciudad que en otra, pero éstas, al no tener un dueño, salvo el autor y el propio público que esté interesado en la mayor difusión de la obra, podrán estar dando vueltas por los territorios hasta su completa destrucción por puro desgaste, y de forma gratuita ya que el beneficio que era su propia distribución ya se ha logrado. Habría que ver la viabilidad de esta utopía pero es algo que a priori me parece muy bueno, un concepto realmente fuerte y la evolución natural de la industria cinematográfica. Si las propias salas consideraran que no ganan lo suficiente con la distribución gratuita de tu film siempre se podría pactar con los dueños de estas un precio reducido que correría a cargo del fondo conseguido de los usuarios que ya pagaron lo que les vino en gana por internet o un precio super reducido para los consumidores in situ.

El cine ha muerto, ¡viva el cine!

por Ion de la Merde

Fotos:

Señor lleno de caca: David Nebreda. Ion como Marqués de la Côte de Saint Vincent: Aida Páez.


10 comentarios:

walter loeff dijo...

A full sin cortar, esa es la idea.
Ya sabes que recelo de la pantalla grande, ¿qué es una pantalla grande? ¿En qué momento una pantalla deja de ser grande y se convierte en mediana o pequeña? El otro día vi Eastern Promises en un cine de la plaza de los cubos. Era un cine pero, desde la butaca en la que yo me hallaba, el tamaño de la pantalla no era más grande que el de una pantalla de plasma o de un cañón de vídeo proyectado a tres metros. ¿Qué era una pantalla grande en 1.895? ¿Qué es una pantalla grande ahora?

Compremos un pedazo de desierto en Los Monegros y extendamos una lona en el aire, y proyectemos nuestras películas en el desierto en mitad de la noche, y que todas la polillas a diez kilómetros a la redonda enloquezcan con un festín de luz.
Proyectemos nuestras películas en un lago, y que el color y la textura de nuestro relato dependa de la brisa marítima que riza el agua o de la reflectancia del hielo en invierno.
Proyectemos nuestras películas en la habitación sin ventanas en la que las hemos rodado. A puerta cerrada. Y autoricemos como público únicamente a aquellos que salen en la propia película.
Por ellos y para ellos.

JJ Perfecto Idiota dijo...

Siento los problemas de sangrado del texto. Ni puedo quitar las justificaciones ni puedo añadir nuevas a los párrafos que no las tienen. Por lo menos es legible.

Anónimo dijo...

Amigo Walter.
En efecto, una vez que la obra es, es, y no iporta el tamaño de la pantalla en la que se proyecte, sin embargo yo no hablo solo de la mística del visionado de films, hablo de que me gustaría vivir de mis creaciones, hacer que estas un producto asumido y rentable. Lo otro ya lo venimos haciendo hace rato y hoy por hoy no tengo casi ni para comer, literalmente. Hablo de que a lo que hacemos interese a un público que no sean solo nuestros amigos, un público hambriento de nuevas formas. Si les das un paso más de lo que están acostumbrados puede funcionar, si te vas a veinte pasos puede que ni siquiera el propio creador reconozca el valor de lo que hace. Piano, piano.

Anónimo dijo...

...de todos modos por romanticismo que no quede. Compremos un pedazo de desierto en los Monegros...

walter loeff dijo...

¡Comprémoslo! (dijo el ordenanza)
¡Comprémoslo y en mitad de la proyección soltemos la lona y que se la lleve el viento!

Anónimo dijo...

De la Merde, leáse La muerte del cine, de Gérard Lenne, y así al menos tendrá cierto sustrato teórico para ese banal estilo suyo tan terrorista como onanista. Me he pasado por el blog porque se me aseguró que era una revista distinta, y una vez más me encuentro a los mesías faroleros de siempre. En fin, una pena.

Anónimo dijo...

Lo que es una pena es que nos hayas metido a todos en el mismo saco, puede que mi estilo sea banal y onanista o que carezca de el, pero te aseguro que no voy ni de mesias ni de farol.
Siento haberte decepcionado con mi panfleto pero no menosprecies la labor del resto de los que aquí escriben.
Saludos y gracias por la crítica. Te aseguro que no ha caido en saco roto.

JJ Perfecto Idiota dijo...

Por cierto, Ion me mandó su texto precedido por lo siguiete:

"Este es un boceto de la segunda entrega de mi diario de rodaje, creeis que interesa? O que más bien desvarío?

Creo que el concepto se puede desarrollar mucho más profundamente pero que la idea básica queda suficientemente clara.

Vosotros me decis."

Los textos que Ion está colgando aquí son apuntes más o menos a vuelapluma -como diría Acín- en relación con su cine (bien sea su trabajo, bien su visión del medio). Hay una cosa llamada pacto de lectura, querido Jordi. Si uno se dedica a criticar los posts de un pequeño blog de amigos como quien critica un sesudo tratado de Roland Barthes, permíteme decirte que va por muy mal camino. A ver si concentramos el tiro, mi querido enemigo de lo banal.

Desperdicios dijo...

Yo aún diría más: Los textos de Ion de la Merde son, al fin y al cabo, los diarios de rodaje (es decir, su método de trabajo, sus impresiones...) de un cineasta y, como tales, son personales y subjetivos. Se puede estar de acuerdo o no con lo dicho en ellos, pero De la Merde ha ido desarrollando con cada trabajo suyo un novedoso e interesante discurso audiovisual que no debería desdeñarse tan a la ligera. Una última cosa: el libro de Lenne es estupendo, pero ¿qué tiene que ver con los nuevos formatos y canales de distribución y exhibición que comenta Ion...? Sólo el título, ¿verdad?

Anónimo dijo...

¿Y qué más da? Desde luego es lo peor del blog.