El Lebowski Fest es un festival que se celebra cada año en los USA y que cuenta ya con seis ediciciones. En él devotos seguidores de El Nota y sus colegas, Walter, el pobre Donnie, Jesús y el bueno de Smoky (es frágil, tío), se reúnen un fin de semana, juegan durante toda una noche a los bolos, beben “rusos blancos”, se disfrazan, fuman “petas” y escuchan conciertos de grupos de rock (con ecos de la Creedence, claro). Al último encuentro acudieron unas 4000 almas; incluso, en alguna edición, han contado con personajes de renombre entre los parroquianos, como, por ejemplo, la de Los Angeles, donde el mismísimo Jeff Bridges se pasó a saludar.
Pero lo mejor es que en más de una ocasión han podido contar con la presencia de Jeff Dowd, productor de cine independiente amigo de los hermanos Coen. Dowd les sirvió de modelo a partir del cual desarrollaron la personalidad del propio Nota (al parecer, otro par de sujetos aportaron sus personalidades características, pero es con Dowd con quien se ha identificado en mayor medida al popular personaje).
Jeff Dowd nació en Okla, California, el 20 de noviembre de 1949. Le llaman The Dude desde que recuerda, aunque también se refiere a sí mismo como The Pope of Dope (El Papa de la Droga). Sus años universitarios, entre los 60 y los 70, se caracterizaron por una intensa actividad política: Dowd estaba muy involucrado en los movimientos de la nueva izquierda norteamericana y formaba parte de destacados grupos antibelicistas de la época que protestaban contra la guerra de Vietnam. En ese contexto nació el Frente de Liberación de Seattle (SLF), al que Dowd pertenecía y en el que era uno de los miembros más notorios, formando con otros seis un pequeño grupo conocido como los Siete de Seattle.
Dude: ¿Has oído hablar de los Siete de Seattle?
Maude: Sí.
Dude: Era yo... con otros seis tíos.
En realidad, con otros cinco tíos y una tía. En 1971, una manifestación convocada por el SLF se desmadró, los casi dos mil manifestantes se pusieron algo nerviosos e iniciaron una ola de actos violentos que incluyó el lanzamiento de piedras contra un tribunal de justicia. Los siete fueron identificados como los cabecillas de la revuelta y acusados de ser los incitadores del ataque. Aunque en el juicio las protestas continuaron y volvieron a ser detenidos, en esta ocasión por desacato, los cargos no prosperaron y todo se saldó con algunos días de cárcel en una prisión de mínima seguridad.
El Nota le dice también a Maude que participó en la confección de la Declaración de Port Huron (“en la declaración original, no en el segundo borrador pactado”), escrito redactado por el movimiento Estudiantes Por Una Sociedad Democrática (SDS), del que que Dowd fue partícipe, aunque sin llegar realmente a tomar parte en la escritura del manifiesto.
Algunos de los compañeros de Dowd continuaron su actividad política. Dowd no quiso desvincularse de ella pero, como él declara, la política y la cultura estaban muy interrelacionadas por aquella época, así que simplemente se decantó por una de sus vertientes. Se mudó a Los Angeles con la idea de escribir y producir, pero sus experiencias como activista antibélico le encaminaron hacia funciones más orientadas a la comercialización, exhibición y distribución que a la creación propiamente dicha.
Dowd nunca pretendió formar parte de la industria y sus convicciones le llevaron a convertirse en una importante figura del cine al margen del sistema de los estudios. La industria, dice Dowd, pretende promocionar películas tratando siempre de abarcar el más amplio espectro de audiencia posible, fomentando la universalidad de sus ideas en cuanto al público se refiere, pero esto no funciona con las películas cuya posible audiencia se encuentra en diferentes grupos sociales específicos y cuyo interes se basa en razones bien distintas.
De tal modo que Dowd ha llevado a cabo una labor que él denomina como “representante del productor”, y que conlleva tareas como la representación comercial, pero también, con el paso del tiempo y una mayor experiencia, la de asesorar a nivel creativo a nuevos directores, o a sus productores, con el fin de contribuir a la mejor salida comercial de sus películas y que obtengan una importante aceptación por parte del público. Con ese objetivo, Dowd se ha ido involucrando cada vez más en el desarrollo de los proyectos, llegando a preferir iniciar su asesoramiento personal desde la misma escritura del guión.
Sus pasos le llevaron a conocer al actor y realizador Robert Redford y a convertirse en una de las figuras clave en la fundación del Sundance Institute, creado con el fin de apoyar a los nuevos talentos y jóvenes promesas que emergían lejos de las garras de Hollywood, en los márgenes de su industria, y que dio lugar al festival más famoso de cine independiente. Y también es aquí, durante esta fase embrionaria, donde a su vez comenzó a gestarse la historia de El Gran Lebowski (The Big Lebowski, Joel Coen, 1998).
Cuando el Instituto aún se encontraba en sus primeras fases, Dowd mantenía una estrecha relación con el proyecto y con su principal valedor, Redford. Un buen día se presentó uno de los inversores de Sangre Fácil (Simple Blood, Joel Coen, 1984) y le comentó a Redford que había invertido cierta cantidad de dinero en la ópera prima de una pareja de nuevos cineastas y quería saber que podían hacer con ella una vez hubiera finalizado la postproducción. Redford le presentó a Dowd.
Meses después, Dowd conoció a los Coen en Nueva York cuando volvió a la ciudad para el festival de cine. Dowd fue a las oficinas de la Fox a llevar la película Corazón sobre Ruedas (Heart Like a Wheel, Jonathan Kaplan, 1983) y los Coen fueron para conocerlo. Dowd fue vestido de traje y corbata y los Coen tardaron en identificarle, ya que su imagen no coincidía con la idea que tenían de él. Le hablaron de la película, que en ese momento se encontraba todavía en fase de postproducción, pero no lograron concretar nada. Ese mismo día volvieron a encontrarse, por casualidad, en la calle y siguieron conversando. Luego, coincidieron de nuevo en una fiesta, donde no pudieron más que estrechar lazos. Dos meses más tarde, Dowd vio al fin Sangre Fácil. Impresionado por la calidad y originalidad de ese primer film, decidió ayudarles a buscar distribuidora. Dowd cuenta que sufrieron varios rechazos y negativas antes de que, finalmente, en el Festival de Toronto, lograsen un compromiso para que Sangre Fácil fuera exhibida en las salas.
Dowd recorre incansable todos los festivales de cine independiente que es capaz y su presencia se ha hecho ya habitual e imprescindible en este tipo de acontecimientos. Habla de su labor con satisfacción, aunque, al parecer, sus actividades no son tan ordenadas ni su trabajo tan meticuloso como pretende hacer ver en las entrevistas.
Sin embargo, el resultado de tanto esfuerzo queda patente y, además de Sangre Fácil, cuenta con un buen numero de films de cierto éxito, tanto pequeñas producciones como grandes hits. Entre ellas, Buscando a Susan Desesperadamente (Desperately Seeking Susan, Susan Seidelman, 1985), Carros de Fuego (Chariots of Fire, Hugh Hudson, 1981), Juegos de Guerra (WarGames, John Badham, 1983), Besando a Jessica Stein (Kissing Jessica Stein, Charles Herman-Wurmfeld, 2001), e incluso grandes superproducciones como Gandhi (Íd., Richard Attenborough, 1982), películas de animación como Ferngully (Ferngully: The Last Rainforest, Bill Kroyer, 1992: la de las haditas del bosque) y largometrajes documentales sobre Neil Young (Neil Young: Heart of Gold, Jonnathan Demme, 2006) o Metallica (Metallica: Some Kind of Monster, Joe Berlinger & Bruce Sinofsky, 2004; aunque nunca participó en su gira Speed of Sound como asegura en la película, que trabajase con ellos posteriormente fue sólo casualidad).
Actualmente, se encuentra inmerso en la escritura de un libro, The Dude Abides Clasical Tales and Rebel Rants, cuya publicación aguardamos con ansia (y seguramente en balde, ya que dudo que ninguna edición consiga penetrar los muros de nuestra aislada península).
2 comentarios:
¡El nota vive! Grande, Rodrigo.
¿Jaquemort no va a volver a escribir?
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