jueves, 30 de octubre de 2008

Stephen Prina, repito, Prina

Otro grupo que descubro gracias al omnipresente, omnisciente y omnívoro Jim O’Rourke. La lista es casi inagotable: Bill Fay, Judee Sill, Sparks, US Maple, Michael Small, Folke Rabe, Nuno Canavarro y otros muchos a los que ya conocía pero a los que no había dado suficiente tiempo, como Fennesz, Gerry Rafferty, Wilco o Genesis (los de Peter Gabriel y Phil Collins, sí, los mismos). No falla: todo lo que compone, produce o recomienda O’Rourke me gusta. Y hace una década produjo junto a David Grubbs, su antiguo compañero en Gastr del Sol, el lp “Push comes to love” (Drag City, 1999) del para mí hasta ahora desconocido Stephen Prina.


Prina (1954) es un artista multidisciplinar y multimediático de Chicago, actualmente profesor de Harvard (en la asignatura de Visual & Enviromental Studies, algo así como Estudios visuales y del entorno), que coincidió con O’Rourke y Grubbs en The Red Krayola, el siempre cambiante supergrupo del underground encabezado por Mayo Thompson pareciera que desde la noche de los tiempos.


Grabado entre enero y junio de 1997 pero no publicado hasta 1999, “Push comes to love” es un disco pop de accesibilidad inmediata, con un sonido tan maravilloso y una producción tan sutil como viene siendo habitual en todos los discos en los que mete mano O’Rourke. En gran parte es gracias a las interpretaciones de Grubbs (a la guitarra), Prina (encargado de un teclado que suena a fender rhodes y de las voces), John McEntire (también en Gastr del Sol y Tortoise, entre otros, a la batería) y el propio O’Rourke (bajo, sintes, baterías electrónicas, guitarra acústica y pedal steel, que se dice pronto).


Las mejores: “Cums for shove”, “The Devil, probably” (compuesta por O’Rourke), “The Sobriquet”, “Trevor”, “Little lips” (con ese crescendo acústico inolvidable) y “This is not it” (con Prina cantando debajo de ese emparrado que Grubbs y O’Rourke le fabrican).


El disco entero es un ejercicio de repetición, como no me cansaré de subrayar que es en mayor o menor medida todo el pop de la historia. Aquí sin embargo se fuerzan los límites (esa trompeta de Rob Mazurek en “Trevor”, la batería programada en “Little lips”). Pero las que cansan (como “No one calls me a friend”, compuesta por Grubbs) no son precisamente las más repetitivas. Es un disco cotidiano, hogareño, amable y cálido, y lo que aquí se repite son precisamente esas cualidades. Como un día en la vida de un explorador espacial, qué importa que haya una rutina que se repite continuamente, si esa rutina nos encanta.



Por Random Salazar

miércoles, 29 de octubre de 2008

Inicios (y 2): La Cuadrilla

"El decreto Miró y sus sucesivas enmiendas habrán hecho mucho por la proyección internacional del cine español, pero a nosotros, que queríamos hacer nuestra primera película, nos cerraba todas las puertas. No es que no nos dieran una subvención, es que no la queríamos porque siempre pensamos que, al primar la qualité, la consiguiente disminución de la producción implicaba una reducción de los intersticios por los que nos pudiéramos colar los francotiradores. Hablando en plata, que si se producen ochenta películas al año, caben las de alto presupuesto, las de bajo presupuesto y alguna sin presupuesto ninguno, pero cuando la cosecha anual no llega a los cuarenta títulos, ni siquiera tienes sitio en la línea de salida.
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(...) Justino supuso un modesto triunfo modéstico en cuanto a la posibilidad de hacer cine sin grandes presupuestos. Las tres películas (Justino, un asesino de la tercera edad, Matías, juez de línea y Atilano, presidente) han tenido un coste bastante inferior al de la media teórica de una producción nacional. Hemos bromeado varias veces argumentando que con más dinero terminaríamos haciendo dos películas en lugar de una. Lo cierto es que nunca hemos tenido problemas graves más allá de la limitación de plazos. Siempre hemos sabido antes de empezar hasta dónde podíamos llegar y hemos actuado en consecuencia.
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Con Justino ganamos la batalla de la producción, pero hemos perdido la guerra en la distribución. Con una media de diez películas nuevas en la cartelera cada semana, hacerte un hueco es cada vez más difícil y mucho nos tememos que si se estrenara hoy en día, saltaría de la pantalla en el primer fin de semana. Traducido al esperanto: uno puede rodar por dos cuartos, pero la inversión para arrostrar un estreno con las mínimas garantías excede las posibilidades de cualquier película modesta. Sólo se puede sacar si por una u otra circunstancia cuentas con el apoyo de los medios de comunicación."

viernes, 24 de octubre de 2008

Entrevista a absence (de El Blog Ausente)

absence, aka el Señor Ausente, es tan sólo el heterónimo tras el que se oculta el creador e ideólogo de El Blog Ausente (http://www.absencito.blogspot.com/). Abandonado en la selva amazónica cuando era niño, fue criado por una tribu de bellas caníbales y rescatado por Ingo Sponda, el infatigable coleccionista de cajas de cerillas. En la actualidad, vive recluido en la barcelonesa Spider Island, desde la que se dedica al cultivo y propagación, "a colores y en espectacular formato", del virus de Subcultura que asola nuestra sociedad. De su labor se ha dicho: "Un trabajo de arqueología pop lleno de genio" (Jordi Costa). "Una patada en los huevos a la cultura culta" (Jorge Riera). "El Cahiers du Cinema de la serie Z". "La mitad de las cosas de las que habla o no las conozco o no me interesan. Y aún así le sigo diariamente".

Se sabe también que forma parte desde hace años de la terrible logia de los bruttos catalanes, quienes durante años han preservado fielmente su verdadera identidad.
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¿Cuándo, cómo y por qué nace tu alter ego absence?

Uf. El origen está en mis amigos de juventud. Siempre he tenido cierto vicio (que puede ser virtud) por desconectar de lo que me rodea y quedarme ensimismado pensando o haciendo algo. Digamos que cuando me concentro tardo unos segundos en regresar, por lo que pasaron a decir que tenía "ausencias". Cuando la conexión a Internet entró en casa (finales de 1995) la primera (y emocionante) noche acabé en un chat usaca y ante la necesidad de un nick pense en mi "hecho" ausente y lo puse en inglés. Se convirtió en mi nick y lo he usado durante más de una década.

Durante los 90 escribí en revistas de tendencias del todo olvidables con mi nombre, Daniel Fernández, que es bastante inocuo y anónimo. Curiosamente, en Internet, como absence, me conocía todo el mundo. Así que llegó un momento en que me di cuenta de que estaba más contento de lo que escribía como "absence" que de lo que escribía con mi nombre; lo convertí en seudónimo habitual, con variaciones como Señor Ausente y similares.
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Has (re)formulado el concepto de sociedad estupefaciente y la has denominado Sociedad Borderline. ¿Qué relación hay entre ésta y la Cultura Mostrenca anunciada por Jordi Costa?
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Creo que es lo mismo. Con Jordi me pasa una sincronía extraña. Dos o tres veces he escrito algo y luego he visto que Costa ya lo había dicho antes. A mí es algo que me hace feliz, es como obtener un certificado ISO.

A propósito de cultura pajera y chatarra fílmica hablabas de “la cantidad de información inútil que sobre cine de (muy) baja categoría pueden almacenar mentes ociosas inmersas en la sociedad borderline a la que pertenecemos y que nos dice 'más vale que vean películas italianas de caníbales a que discutan sobre la revolución'". La subcultura pop, ¿es escapismo, al mismo tiempo gozoso y alienante, o reflejo de una sociedad (la del espectáculo y el consumo)?
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Peliaguda cuestión. Hace ya seis o siete años que escribí lo de la Sociedad Borderline, y algún día debería actualizarlo. En algunos momentos la ironía se torna confusa. En realidad, ambas facetas se dan a la vez. Hay que despojar al concepto de escapismo de matices peyorativos, pues supone la búsqueda del sentido de la maravilla. Lo que es importante es no perder la perspectiva con la realidad. La cultura popular es indisoluble de la sociedad de la que sale.
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El ejemplo de las películas de caníbales es clave: muchos de sus directores estaban muy comprometidos con la izquierda italiana, que es algo que hoy puede chocar porque parece que para un "progre" una desagradable explotación gore sea la antítesis de su ideal de entretenimiento. La culpa está en el azote de lo políticamente correcto, que, además, ha convertido la incorrección en patrimonio de la derecha.

Mirando la hemeroteca de La Vanguardia, he descubierto que La invasión de los zombies atómicos (Incubo sulla cità contaminata, Umberto Lenzi, 1980) fue valorada positivamente por el crítico en su momento, que es algo que aplaudo y me llena de alegría. Eso sí, se justifica por la condición de comunista de Lenzi, como si un izquierdista no pudiera disfrutar de una película de zombies per se, dejando la ideología al margen.
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Con esta obsesión de un sector de la crítica por la ideología y el mensaje se dicen muchas tonterías. No recuerdo dónde ni quién escribió que una de las virtudes de Mystic River de (Clint) Eastwood era “su sincera crítica a la doble moral cristiana”, sólo porque los que abusan del menor al inicio llevan un crucifijo colgando del retrovisor. ¡Por Dios! Si es imposible encontrar una película más religiosa que ésa, con Tim Robbins convertido en Jesucristo. Y ya que hablamos de Jesucristo: La Pasión (The Passion of the Christ, 2004) de Mel Gibson es de una bizarrez extrema que incluye planos subjetivos de la visión de Cristo. Yo con cosas como esa sólo puedo levantarme y aplaudir, y me la suda que su director sea un derechista de cojones. Creo que he acabado divagando. Siguiente pregunta.

Creo que el donostiarra Javier Aguirre es buen ejemplo de esta dualidad esquizoide. Tan pronto pergeñaba Los chicos con las chicas (1967), Una vez al año, ser hippy no hace daño (1969), El jorobado de la morgue (1973) o las películas de Martes y Trece y de Parchís como inventaba el Anticine o adaptaba a Ángel Vázquez (Vida perra, 1982); actualmente, tras décadas de dedicación a las sucesivas modas del cine de subgéneros, sólo dirige films experimentales. ¿Qué opinión tienes de él?

No he visto sus films experimentales. De hecho, Aguirre salió de la experimentación, hizo cine comercial y regresó a su lugar de partida. Me sabría mal que renegara de su obra intermedia. Las películas sobre éxitos catódicos del momento son lo que son, eso está claro, pero Los chicos con las chicas es un producto ye-yé de cuando jugar con lo pop era vanguardia (aunque fuera copiando a los británicos); Una vez al año, ser hippy no hace daño es un film a reivindicar, y mucho, de lo mejor que se hizo en el género del costumbrismo celtíbero y con algún chiste autoreferencial buenísimo (hace tiempo que tengo pendiente hablar de ella en el blog). Su contribución al terror hispano de los 70 tiene una atmósfera de goticismo decadente muy potente y son buenas películas. Y no hay que olvidar Carne apaleada (1978).
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¿Cuál es, a tu juicio, el valor de la obra de realizadores como Ted V. Mikels o Bruno Mattei? ¿Aceptas la etiqueta de poscine?

Si te soy sincero, no me he parado a indagar qué significa exactamente hablar de poscine, aunque puedo intuirlo.

El cine nace como espectáculo de feria, con la caseta de los freaks como vecina. Ese ánimo de espectáculo de derribo exhibiendo falsas atrocidades está en el cine de gente como Bruno Mattei, un hijo más del subproducto de explotación italiano, y me interesa por eso. Con Ted V. Mikels lo que me pasa es que me aburrí y fasciné a la vez repasando sus Astro-Zombies (1968), y eso, la fascinación ante ese bostezante tempo cinematográfico, es decadencia cinéfila. Así que si el tempo de Mikels es el mismo que el de (Michelangelo) Antonioni o (Michael) Haneke hay que preguntarse porque unos son considerados como “buenos autores” y el otro como un mal sacamantecas. ¿Quizá porque hay zombies y sale Tura Santana? ¡Pero si eso es algo que mejoraría cualquier película de arte y ensayo!
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La violencia gratuita, el sexo, ese “un poco más de lo permitido” que hizo grande al cine trash, parecen haberse adaptado al mercado, han sido asimilados y ahora son mainstream. ¿Cuál crees que es el revulsivo hoy en día de un nudie de Doris Wishman o de Las torturas de la Inquisición (Hexen bis aufs Blut gequält, aka Mark of the Devil, Michael Amstrong, 1970)? ¿Hay algo más allá del divertimento camp, del visionado risible?
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En realidad, la violencia nunca es gratuita, y en los 70 el cine llegó a extremos no superados. Y creo que el mainstream no la ha adaptado al mercado porque es cobarde por naturaleza. No creo que hoy haya revulsivos comparables a las películas citadas. Vale, el porno es un mercado de éxito, pero sigue siendo subterráneo. No hay cine X en las multisalas de un gran centro comercial. La violencia no suponía ninguna traba para que las películas se estrenasen en España, sino el sexo. Los tebeos de la Warren se publicaban aquí tal cual, con sus hachazos, y sólo se vestía un poco a alguna fémina. Y de la Hammer se estrenaba todo. El problema era el sexo, y por eso Las torturas de la Inquisición no se estrenó hasta que hubo clasificación “S”, que era algo que, en un principio, sólo se refería a los desnudos, pero que como atraía a la gente, se amplió a la violencia por motivos puramente comerciales. Por eso el primer Mad Max fue “S”, para aumentar su fuerza comercial.
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Si hay un subcine enfermizo y repulsivo, definitivamente malsano, es el porno-nazi/sado-gore italiano, el que viene de Love Camp 7 (Lee Frost, 1969), Portero de noche (Il portiere di notte, Liliana Cavani, 1974) y las lascivas W.I.P. movies y acaba explotando descaradamente aquello que dice denunciar. ¿Qué opinas de naziexploitations como La esvástica en el vientre (La svastica nel ventre, Mario Caiano, 1977), La última orgía de la Gestapo (L´ultima orgia del III Reich, Cesare Canevari, 1977) o La bestia en calor (La bestia in calore, aka The Beast in Heat, Ivan Katansky/Luigi Batzella, 1977)?
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Que son películas repugnantes y, por lo tanto, fascinantes, y que hay que reivindicarlas siempre porque son el espejo del alma. Hoy se habla de relativismo moral y cosas así, cuando es todo lo contrario. Así que si hoy miramos hacia atrás y vemos estas películas nos tiramos de los pelos y las guardamos en el sótano, bien ocultas. Porque, además, esas películas, con todo el fetichismo nazi que tienen, son hijas de la izquierda exquisita de los 60, que era muy amiga del fetichismo, del sado-maso light. Cosas de las que hoy se reniega, porque son tabú. Y los tabúes hay que aflorarlos. Lo mejor de todo es que esa especie de revisionismo subpop de los campos de exterminio tiene su origen en la fascinación malsana que despertaron algunas declaraciones de los Juicios de Nuremberg tras la guerra. Éstas llegaron a fascinar a los mismos israelíes, que también editaron novelitas pulp de este tipo. Hoy todo eso debe ser olvidado porque es inmoral.
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Posiciónate: ¿blog o fanzine? Jimina Sabadú decía que el primero casi ha llegado a matar al segundo. Sin embargo, creo que El Blog Ausente es muy fanzineroso, no hay nada de esa descripción entre absurda y zopenca de la propia rutina. ¿Cuál consideras que es el medio adecuado para un nuevo periodismo joven, creativo y (contra)cultural?
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El medio es Internet, ya sea en forma de blog, portal, foro, pdf de distribución. A mí me encantan los fanzines. Y como fetichista del papel me gusta la existencia física del fanzine, pero es obvio que Internet permite una mayor difusión y ahorra trabajo. Es más eficiente. Y puedo poner un tutubo, robar una foto de aquí y de allá. Pero, yo siempre he pensado que hago una especie de fanzine con forma de blog, que se enriquece de los comentarios de gentes (a menudo sabias). Aunque también es cierto que ciertos vicios decadentes de la blogosfera están presentes en El Blog Ausente.

¿Qué subgéneros, cinematográficos o de otro tipo, te interesan especialmente? ¿Por qué?
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Uf... Me sería más fácil decir que no me gusta el melodrama, aunque tampoco es eso. Es evidente que el fantástico, en un concepto amplio (incluyendo agentes secretos imposibles, o el terror de psicópatas), es algo que me tira desde la infancia. En realidad, me gusta cualquier género cuando roza el delirio, y eso es muy propio de la serie B, del cine de explotación, del subproducto exótico.
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¿Qué te fascina de los picores terrorífico-adolescentes de la AIP? Tus críticas de Yo fui un hombre-lobo adolescente (I Was a Teenage Werewolf, Gene Fowler, Jr., 1957), Blood of Dracula (Herbert L. Strock, 1957), etc., son de lo mejor que he leído sobre estas películas...
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Gracias. En esos años hubo una explosión de la imagineria terrorífica con espíritu camp. En los EEUU, cuya forma de entender la cultura pop es la madre del cordero, se prohibieron los tebeos, pero sus lectores llenaron los autocines mientras las matinales televisivas se poblaban de anfitriones, con Famous Monsters of Filmand convertida en éxito infantil que reivindicaba a los monstruos de la Universal y ofrecía bello merchandising. Y todo eso en el marco de una sociedad aparentemente feliz, próspera, fascinada por el futuro y el átomo, y, al mismo tiempo, paranoica. Todo en paralelo con el nacimiento del rock and roll; porque yo llegué a estas películas por el punk, y, sobre todo, por los Cramps. Yo creo que todo ese fenómeno cultural de la América de los 50 es clave para entender la cultura pop y su influencia perdura hasta hoy.

Mi reivindicación de estas películas en concreto viene tras leer Moteros tranquilos, toros salvajes, de Peter Biskind, que es un libro que está muy bien, pero que tiene un terrible agujero: no cita a (Roger) Corman, cuando es claro que la AIP cobijó a todos esos cineastas de los 70, mientras otros eran hijos de la explosión del terror camp. Coño, si hasta Jack Nicholson era el sobrino de uno de los dueños de la AIP (James H. Nicholson). Y, claro, Biskind acaba diciendo que La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977) es clave para entender la cultura del blockbuster, porque convirtió a los jóvenes en el público ideal, cuando en realidad ese cambio se produjo en los años 50. El cambio es meramente una cuestión de presupuestos, no de espectadores.

Por último, como buen degustador del cine fantástico y de terror mexicano, ¿tienes previsto escribir más ampliamente sobre Fernando Méndez, Alfonso Corona Blake o Juan López Moctezuma? ¿Y sobre René Cardona (padre e hijo)? ¿Para cuándo un artículo sobre grandes negados como Jerry Warren o Pete Walker?

El cine chatarra mexicano es fascinante. Una hermosa comunión de influencias pop extranjeras y tradición propia. Con superhéroes ficcionando la realidad y absoluta falta de vergüenza a la hora de llevar a cabo cualquier producto. La pena es que me falta perspectiva local. Me gustaría reseñar todas esas películas mexicanas, pero tengo un problema de tiempo libre. No soy un profesional, tengo un trabajo que no tiene nada que ver y no me gusta descuidar la vida familiar; me van proponiendo cosas a las que es difícil decir que no mientras intento no descuidar el blog porque me da muchas satisfacciones y es un acto de amor a lo que me gusta. Y ahí estamos.

martes, 21 de octubre de 2008

Dirigir: Federico Fellini

"Me he inventado todo para contarlo: una infancia, una personalidad, nostalgia, sueños, recuerdos. Me gusta mucho el movimiento a mi alrededor. Ésa es sin duda la principal razón por la que hago films. Para mí el cine es un pretexto para poner las cosas en movimiento (...) Me gusta más el cine-mentira que el cine-verdad. La mentira siempre es más interesante que la verdad. La mentira es el alma del espectáculo y yo amo el espectáculo. La ficción puede andar en el sentido de una verdad más aguda de la realidad cotidiana y aparente. No es necesario que las cosas que se muestran sean auténticas. Por lo general es mejor que no lo sean. Lo que sí debe ser auténtico es la emoción que se experimenta al ver y al expresarse.

(...) En cierta manera, todo es realista. No veo una línea divisoria entre imaginación y realidad. Pienso que hay mucho de realidad en la imaginación. No creo que sea mi obligación disponerlo todo limpiamente en un solo nivel que sea universalmente válido. Poseo una infinita capacidad de asombro y no veo por qué tengo que levantar una pantalla seudoracional para protegerme del realismo.
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(...) He vivido para descubrir y crear un director: nada más. Y de nada más tengo memoria, a pesar de que paso por ser alguien que vive su vida expresiva surtiéndome en los grandes almacenes de la memoria. Nada es verdad. En mis films no hay ningún sentido de lo anecdótico, de lo autobiográfico. Lo que sí hay es el testimonio de una cierta estación que he vivido. En ese sentido, en ese sí, mis films son autobiográficos; pero del mismo modo en que cualquier libro, cualquier verso de poeta, cualquier color colocado sobre un lienzo pueden ser autobiográficos."

domingo, 12 de octubre de 2008

Sitges' 08: "Surveillance" (Jennifer Lynch, 2008)


Los Lynch nos vigilan

Por Pablo Maqueda.

Como "la película de la hija de David Lynch" llegó Surveillance a los pases de prensa matutinos de Sitges. Tras la primera proyección, las buenas impresiones corrieron como la pólvora y ya podían verse los primeros carteles de "agotadas las localidades". Y no es de extrañar, porque Jennifer (Chambers) Lynch no defraudó. Muestra de ello es su elección por parte del jurado como la mejor película de la selección oficial anunciada ayer en el pueblo barcelonés. Con ecos de la japonesa Rashomon (Rashômon, Akira Kurosawa, 1950) y su dosificación de la información a base de declaraciones, Surveillance navega entre el thriller correcto "made in USA" y la "obra cinematográfica con pretensiones artísticas" en cada uno de sus planos. Lynch despliega ante el espectador todas las armas de las que dispone el género, siendo capaz de ofrecer un producto indudablemente innovador, carismático y coherente consigo mismo (algo muy de agradecer en el panorama norteamericano actual, sobrecargado de biopics, remakes y adaptaciones literarias) que seguro se instalará en la mente del espectador como un film "a recordar".
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Sin innovar demasiado ni aburrir en el devenir de los acontecimientos, la acción transcurre de forma pausada. Lynch se toma su tiempo, al igual que Fincher en la obra cumbre de su carrera, Zodiac (2007). Asimismo, no es de extrañar que el film recuerde sobremanera a una de las obras magnas del padre de la cineasta, Twin Peaks, ya que la influencia paterna (Lynch, David, ejerce como productor ejecutivo) es innegable en numerosos pasajes del largometraje. Pero aquí la pregunta: ¿Es acaso un delito? Los mayores ataques al film proceden de esa vía. Yo no considero un crimen la influencia artística de un creador sobre otro. Picasso no existiría sin Cezzane, ni Cezanne sin Daumier o Delacroix. Al final, nadie puso en tela de juicio el talento de su directora. Una dirección de actores impecable, sustentada en un cásting inmejorable, de Julia Ormond a Bill Pullman, los dos personajes con más peso en la acción. La "vigilancia" de Jennifer Lynch a todos sus personajes fue la mejor vigilancia con una cámara cinematográfica que el cine americano ha demostrado en este último año.

Aquí un servidor consideró la mejor película del certamen The Sky Crawlers (Sukai kurora, Mamoru Oshii, 2008), seguida muy de cerca por Surveillance y Chelsea on the Rocks (2008), documental sobre el célebre Chelsea Hotel que Abel Ferrara presentó en Sitges recogiendo el premio "Maquina du Temps" a toda su carrera (y que regaló al camarero del hotel, su mejor "dealer y amigo" durante todo el festival: verídico). Dios bendiga Sitges.

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Pavement seleccionado

Circula por Internet una recopilación de lo mejor de Pavement. Piratísima, por supuesto. Ni “Grandes éxitos”, ni “Best of”, ni “Anthology” ni nada. El autor anónimo de esta recopilación ha optado llanamente por llamarla “Selección” (además, en castellano). Y es que no existe ninguna introducción al universo de Pavement editada oficialmente, pero para eso están los buenos piratas, para darnos lo que otros no nos dan. Joder, ¡y además gratis! ¡Benditos Robinjudes!


Pavement no debería necesitar presentación para aquellos que vivieron su adolescencia en la pasada década. Fueron los popes del indie americano de los noventa (compartiendo palio con Dinosaur Jr., Sonic Youth, Pixies y unas pocas bandas más). Su rock ruidoso, melódico, amateurista y deslabazado ha sido y sigue siendo imitado hasta la saciedad (algunos, huelga decirlo, lo han desarrollado con mucho gusto, como es el caso de Built to Spill o los Shins). Y sobre todo, la guinda eran esas letras de Stephen Malkmus, entre el absurdo y la escritura automática, entre la vanguardia y el pitorreo. Dos ejemplos: “Show me a word that rhymes with Pavement and I won't kill your parents and roast them on a spit” (enséñame una palabra que rime con acera y no mataré a tus padres ni los tostaré en el asador/en un lapo) o la demoledora “You’ve been chosen as an extra in the movie adaptation of the sequel to your life” (has sido elegido como extra en la adaptación cinematográfica de la secuela de tu vida) [De “Harness your hopes” y “Type slowly” respectivamente].


La selección que nos ocupa es altamente subjetiva, como lo son todas, por supuesto, pero aquí por suerte no hay un sello detrás, ni ganas de complacer, ni afán de justicia histórica: el tío (o la tía) ha cogido lo que más le gusta del grupo y pista. Y es que Pavement, a pesar de tener discos grandísimos (todos y cada uno de ellos son maravillosos, aunque yo me quedo con “Brighten the corners”, si me lo preguntáis), a pesar de todo, digo, tienen mucha paja. Con el tiempo, todas sus canciones tienen algo, un no sé qué, y a todas les coges cariño, pero sigo pensando que hay mucha paja. En “Selección”, sin embargo, no. De hecho, todo lo contrario: Se echan de menos algunas de las más queridas, como “Summer Babe (winter version)”, “Stereo” o “Best Friend's Arm”. No podían caber todas, claro (cómo echamos de menos las cintas C90, con esos agradecidos diez minutos de más). Están las más grandes: “Carrot Rope”, “Loretta’s Scars”, “Type Slowly”, “Range Life”, “Gangsters & Pranksters”, “Box Elder”, “Here”… Lo de siempre: no están todas las que son, pero son todas las que están. Bueno, todas menos “Killing Moon”, con la que se cierra el disco, que es una versión de Echo & the Bunnymen, eso sí, maravillosamente cubierta.


Se recorren todos sus discos de estudio, desde el caos ruidoso inicial de “Slay Tracks” (Treble Kicker, 1989) o "Slanted & Enchanted" (Matador, 1992) al pop en alta fidelidad de los últimos (“Brighten the Corners” (Matador, 1997) o “Terror Twilight” (Matador, 1999)), pasando por muchas de sus caras bs (“No tan lines” o “Gangsters & Pranksters”, por ejemplo). Porque Pavement, como buenos indies, reservaban algunas de sus mejores canciones para sus sencillos y eps (“Major Leagues” (Matador, 1999) quizás el mejor de ellos).


Todo se remata con una portada que imita el estilo barato, irreflexivo y sobrado de algunas de las del grupo. “Selección” es en definitiva, junto con el dvd “Slow Century” (una recopilación ―legal― de videoclips y directos del grupo, acompañada por un interesante docu de Lance Bangs) la mejor forma de iniciarse en el fascinante mundo de Pavement. Y para los que ya lo conocen bien, es un disco perfecto para recordar lo que brillaba más en el underground de los noventa: el orgullo del que hace lo que le da la gana y la belleza del que no acierta, pero casi.


Por Random Salazar

sábado, 11 de octubre de 2008

Dirigir: Jean Eustache

"Hay dificultades económicas y dificultades personales, que son igualmente dificultades económicas. Debe haber algo en el momento en que no estimula el deseo o la necesidad. Lo digo a veces en forma de boutade. Cuando voy a presentar mis películas al extranjero, ocurre que a menudo (los debates son en todas partes los mismos; en todos los festivales del mundo las preguntas son las mismas que en el cine-club de un pequeño pueblo francés) me preguntan por qué he querido hacer esa película. Aparte de pequeñas respuestas anecdóticas que no tienen mayor importancia, me he dado cuenta de que la única razón que podía dar es: por necesidad. Las películas que he realizado, he sentido una necesidad imperiosa de hacerlas. Y a cualquier precio, puesto que la mayoría de las veces he sacrificado la calidad por hacerlas. Las llevaba a cabo sin los medios profesionales y técnicos que requerían mientras pensaba durante el rodaje: 'Siempre me las arreglaré' o 'mantengo la relación calidad-precio'. Con el paso del tiempo te olvidas de estas preocupaciones y te dices: 'Aquí me equivoqué, no fui lo bastante exigente', y te das cuenta que ya lo sabías en la época y la jodiste. No me gusta volver a ver mis películas y siento mucho no haberlas hecho mejor. Me he dado cuenta de que ya, en aquel momento, veía los defectos y que por razones prácticas, materiales..., por mantener el plan de trabajo, por ejemplo, no pude obtener mejores resultados. En aquel momento pensaba: 'Con el dinero de que dispongo, me las arreglaré lo mejor posible'. En realidad, ese 'mejor' es relativo. Por comparar con un escritor o un pintor, sus exigencias son su tiempo. Su tiempo cuesta menos que el de un rodaje. En conjunto se puede decir que el hecho de que sea una industria juega un papel importante en que haya pocos creadores de entidad en el cine. Hay que tener una inmensa sabiduría, un enorme talento para poder dar la vuelta a estos contratiempos económicos. Muchos se han dejado la piel. Ahora, empiezo a decirme: 'Lo que quería hacer era mucho mejor que lo que he hecho'".

jueves, 9 de octubre de 2008

Próximamente: A mi madre le gusta el cine trash (capítulo final): Ignacio F. Iquino. El cine a la intemperie

"Estoy muy contento con mi cine, no con todo.
Quemaría unas 70 películas"
Ignacio F. Iquino
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¿Quién dijo Roger Corman? Olvídense de él. Olvídense de Lee Frost. Olvídense de Jesús Franco. Iquino siempre fue mejor. En breve, la Dra. Freudstein repasará la dilatada carrera de este prolífico productor y realizador catalán, responsable de modélicos films policiacos (El obstáculo, Camino cortado y, sobre todo, Brigada criminal), la adaptación fílmica de un autor incómodo para el franquismo (Historia de una escalera, sobre Buero Vallejo) y varias eficaces comedias (El difunto es un vivo, Los ladrones somos gente honrada, El sistema Pelegrín), pero también de panfletos sonrojantemente patrióticos (Cabeza de hierro, El tambor del Bruch), amorfos eurowesterns (Oeste Nevada Joe, Un colt por cuatro cirios), parodias subnormales (07 con el 2 delante), escabrosos melodramas "de denuncia" (Juventud a la intemperie, Aborto criminal, La basura está en el ático) o vergonzantes sexploitations castizas (¿Podrías con cinco chicas a la vez?, La zorrita en bikini, Jóvenes amiguitas buscan placer) filmadas a la velocidad del rayo. Ardua labor, pues Ignacio Farrés Iquino (desde ahora y ya por siempre I.F.I.), inolvidable rácano, vendió el original de muchos de sus films para que el celuloide se aprovechara en la confección de cuellos de camisa... Ni Jerry Warren o Robert Lippert llegaron a tanto.
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miércoles, 8 de octubre de 2008

(In)visibles


Por Pablo Maqueda.

Un cine alternativo circula por cables y ondas. Un cine diferente al convencional transita por ciudades privilegiadas como si de una feria ambulante se tratase. Un cine diferente es proyectado ante el público de una gran ciudad gracias al apoyo de una filmoteca u organismo social o cultural.
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Este cine (in)visible, como bien define la publicación Cahiers du cinema España, es mas visible que nunca.
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Nombres como Apichatpong Wheraseetakul, Terence Davies, Tsai Ming Liang o Charles Burnett pueden ser ejemplos de un cine no estrenado en salas comerciales españolas (debido a numerosos factores, pero ésa sería otra historia), del que gracias al maravilloso invento del estado de bienestar podemos gozar mediante la tecnología (intercambio o alojamiento de archivos y subtitulado de los mismos), subvenciones por obras sociales (Caixaforum, La Casa Encendida), organismos oficiales (filmotecas), festivales de cine (San Sebastián, Sitges, Las Palmas, Valladolid)... A las que cabría sumar un sinfín de posibilidades procedentes del capital privado (la sala independiente La Enana Marrón) o público (ciclos del Museo Reina sofía en Madrid).

"Numerosas distribuidoras apuestan por un cine comprometido con la calidad y el riesgo" : Ésa es la gran mentira. Madrid o Barcelona no resumen a la totalidad de espectadores española, ya no hablo de Teruel o Lugo. ¿Sevilla podrá disfrutar de la última película de Ermanno Olmi, Cien clavos (Centochiodi, 2007)?

Evidentemente no.
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El acceso al cine (in)visible, más visible que nunca, no es fácil. Depende de la pericia del espectador internauta.

Analicemos las diferentes vías de acceso al cine que nos ocupa:

INTERNET:

- Redes de intercambio P2P: Emule, Bittorrent, Pando...
Las reinas indiscutibles del panorama. Cualquier archivo por extravagante que parezca puede alojarse en dicho software.

- Descarga directa: Rapidshare, Megaupload, gigasize, megashare... y decenas más.
Alojamiento de partes winrar o hacha descargadas al instante, directamente, como su nombre indica.

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FESTIVALES DE CINE:

- Festivales de largometrajes: Distinguidos en categoría "A", "B" o "C" según reconocimiento internacional.
Ponen al alcance del espectador obras cinematográficas ajenas al circuito comercial de salas o preestrenan filmes previos a su desembarco comercial en el país: San Sebastián, Sitges, Gijón, Valladolid, Sevilla o Las Palmas son buenos ejemplos de ellos en el nuestro; Cannes, Venecia, Locarno o Berlín fuera de nuestras fornteras.

ORGANISMOS CULTURALES

- Capital estatal: Filmoteca de la comunidad de Madrid o Valencia como las grandes defensoras de un cine alternativo en sus proyecciones. Los fondos para la protección cinematográfica del estado ponen a disposición del espectador más exquisito dichos largometrajes en cada una de las filmotecas provinciales de nuestro país.

- Capital privado:
Obras sociales como las de Caja Madrid (La Casa Encendida) o el Caixaforum de Barcelona y Madrid programaron ciclos de cine tan celebrados como "Nuevo cine rumano" o Crude oil (2008), de Wang Bing (filme de catorce horas de duración durante la "Noche en blanco" madrileña)

Salas alternativas como La Enana Marrón o el Pequeño Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes, ambas en Madrid, programan largometrajes ajenos al circuito comercial procedentes de numerosos festivales del mundo a la vez que proyectan retrospectivas como la que el Círculo dedica este mes al cineasta griego Theo Angelopoulos con la proyección de su filmografía íntegra y la asistencia del propio director el día 15 de octubre.

Un cine (in)visible más visible que nunca.
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