A esta conclusión llegué anoche, en un arrebato místico, tras escuchar el A Love Supreme del profeta John Coltrane. Antes, se habían ido abriendo mis chakras, se me pusieron los pelos de punta y fui capaz de sentir como vibraban todos y cada uno de mis órganos. ¿Qué qué me había tomado? Esa no es la cuestión.
Anoche viví una de las experiencias musicales más intensas de mi vida. Anoche viví una de las experiencias más intensas de mi vida. Después de algo así como dos años cogiendo polvo entre mis discos decidí por fin escuchar como es debido esta maravilla de las maravillas que es el Amor Supremo del señor Coltrane. Y he entendido por qué Coltrane es Dios. Porque, sí, ahora sé que existe Dios. No, no trataré de probarlo aquí (nunca fui tan ambicioso), pero creed que por primera vez en mucho tiempo me sentí no ya menos ateo sino profundamente creyente. Cuando anoté esto pensé “vaya gilipollez, soy ateo convencido”. Pues no, amiguito, ya no. Anoche viste la luz.
Os juro que se me ordenó la columna vertebral escuchando el disco. A estas alturas uno se pregunta “¿se va a hablar aquí del A Love Supreme?”. Evidentemente. En eso estoy:
A Love Supreme es el disco que más alto me ha llevado jamás. Punto. No puedo decir más. Puedo añadir, eso sí, que me documentaré y haré un análisis con escalpelo del disco y del Padre. Pero por favor, si queréis escucharlo (y queréis) no esperéis a leer más impresiones que os puedan condicionar. Cogedlo vírgenes, concentrados, reverentes, sin miedo, sin más. Dejadme sólo deciros que este disco (a 8,95 en su establecimiento de confianza) es lo más bello que he tenido la suerte de escuchar jamás. Compradlo y mandadme la factura.
2 comentarios:
Iré a por ello, my friend. Siempre le he pegado al My Favourite en directo, pero nunca me metí en Love Supreme.
Aparte de eso... ¿qué te metiste ayer?
Secreto profesional.
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