jueves, 30 de octubre de 2008

Stephen Prina, repito, Prina

Otro grupo que descubro gracias al omnipresente, omnisciente y omnívoro Jim O’Rourke. La lista es casi inagotable: Bill Fay, Judee Sill, Sparks, US Maple, Michael Small, Folke Rabe, Nuno Canavarro y otros muchos a los que ya conocía pero a los que no había dado suficiente tiempo, como Fennesz, Gerry Rafferty, Wilco o Genesis (los de Peter Gabriel y Phil Collins, sí, los mismos). No falla: todo lo que compone, produce o recomienda O’Rourke me gusta. Y hace una década produjo junto a David Grubbs, su antiguo compañero en Gastr del Sol, el lp “Push comes to love” (Drag City, 1999) del para mí hasta ahora desconocido Stephen Prina.


Prina (1954) es un artista multidisciplinar y multimediático de Chicago, actualmente profesor de Harvard (en la asignatura de Visual & Enviromental Studies, algo así como Estudios visuales y del entorno), que coincidió con O’Rourke y Grubbs en The Red Krayola, el siempre cambiante supergrupo del underground encabezado por Mayo Thompson pareciera que desde la noche de los tiempos.


Grabado entre enero y junio de 1997 pero no publicado hasta 1999, “Push comes to love” es un disco pop de accesibilidad inmediata, con un sonido tan maravilloso y una producción tan sutil como viene siendo habitual en todos los discos en los que mete mano O’Rourke. En gran parte es gracias a las interpretaciones de Grubbs (a la guitarra), Prina (encargado de un teclado que suena a fender rhodes y de las voces), John McEntire (también en Gastr del Sol y Tortoise, entre otros, a la batería) y el propio O’Rourke (bajo, sintes, baterías electrónicas, guitarra acústica y pedal steel, que se dice pronto).


Las mejores: “Cums for shove”, “The Devil, probably” (compuesta por O’Rourke), “The Sobriquet”, “Trevor”, “Little lips” (con ese crescendo acústico inolvidable) y “This is not it” (con Prina cantando debajo de ese emparrado que Grubbs y O’Rourke le fabrican).


El disco entero es un ejercicio de repetición, como no me cansaré de subrayar que es en mayor o menor medida todo el pop de la historia. Aquí sin embargo se fuerzan los límites (esa trompeta de Rob Mazurek en “Trevor”, la batería programada en “Little lips”). Pero las que cansan (como “No one calls me a friend”, compuesta por Grubbs) no son precisamente las más repetitivas. Es un disco cotidiano, hogareño, amable y cálido, y lo que aquí se repite son precisamente esas cualidades. Como un día en la vida de un explorador espacial, qué importa que haya una rutina que se repite continuamente, si esa rutina nos encanta.



Por Random Salazar

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me temo que hay muchos errores de documentación en esta crítica.

'The Devil Probably' es de Stephen Prina, no está compuesta por Jim O'Rourke. 'No one Calls me friend' también está compuesta por Prina, no es de Grubbs.

De hecho, Jim O'Rourke solamente compone una canción del disco ('Too Strong').

Los méritos que usted achaca en el disco a O'Rourke son de Grubbs. (Y escribo esto con los créditos del disco original encima de la mesa).

E-vasion dijo...

Tiene usted razón. Muchas gracias.